Impresión 3D: versatilidad en tiempos de crisis

Hace más de 30 años que aparecieron las primeras impresoras 3D, pero ha sido recientemente cuando han desplegado todo su potencial en un enorme abanico de aplicaciones. Una auténtica revolución que incluso en plena crisis sanitaria ha protagonizado iniciativas encomiables y ágiles que han prestado asistencia a un personal sanitario superado por los acontecimientos.

La fabricación aditiva o impresión 3D – más sobre ello en un artículo publicado en este mismo número de nuestra revista, junto con una selección de presentadas en la última edición de la feria especializada Formnext – ha avanzado enormemente en aspectos como el uso de materiales y la precisión. Por lo que respecta a los materiales, existe una amplia variedad de polímeros y polvos metálicos, así como fibra de carbono, grafito y resinas, entre otros. La precisión conseguida por las actuales impresoras 3D es del orden de décimas de milímetro, por lo que se pueden utilizar en aplicaciones muy exigentes de ingeniería. Su versatilidad también es enorme puesto que va desde la delicada obtención de piel artificial para personas y animales hasta bienes tan pesados y resistentes como vehículos y objetos de gran tamaño.

El interés por la impresión 3D se ha multiplicado hasta sectores como automoción, aeronáutica, ferrocarril, construcción, arquitectura, diseño, transporte, energía, electrónica y alimentación. Así lo confirma ADDIMAT (Asociación Española de Tecnologías de Fabricación Aditiva y 3D), que agrupa a empresas y organizaciones que trabajan en el desarrollo y la promoción de esta tecnología. Según dicha asociación, la fabricación aditiva emplea a más de 700 personas en España y generó un volumen de negocio cercano a 140 millones de euros en 2019, cifra llamada a cobrar un fuerte impulso en los próximos años.

Sin duda la crisis sanitaria de Covid-19 que está afectando a toda la economía en general y a una buena parte de la industria representa un paréntesis – esperemos que lo más corto posible – para tal expansión. No obstante incluso en estos tiempos difíciles la impresión 3D ha hecho gala de sus principales virtudes, incluida su versatilidad para obtener prototipos y pequeños volúmenes de producción en un breve plazo. En concreto, han sido varias las empresas y grupos de makers que han trabajado en el desarrollo de respiradores, tan necesarios en los hospitales españoles.

Pero la impresión 3D es capaz de ofrecer mucho más que prototipos. En la actualidad, precisión y velocidad son compatibles y ya es posible alcanzar rendimientos propios de procesos industriales, todo ello en paralelo a una reducción de costes que redunda en su competitividad. Ahora bien, dichos avances no implican en absoluto la sustitución de las técnicas sustractivas basadas en máquinas-herramienta como tornos, taladros, fresadoras y pulidoras, sino su complementariedad. Nos hallamos, por tanto, ante un nuevo paradigma que influye poderosamente sobre los materiales y los recursos destinados a los procesos. Si bien es cierto que la fabricación aditiva añade un mayor nivel de complejidad, también aumente el grado de flexibilidad a los fabricantes, que ahora disponen de nuevas soluciones para suministrar productos personalizados y creativos en series más reducidas. Eso sí, conservando o incrementando su grado de calidad y prestaciones.

Es justo señalar también que la fabricación aditiva presenta asimismo inconvenientes, como una inversión inicial relativamente elevada y el coste de los materiales, en parte debido a las condiciones impuestas por los fabricantes de hardware. Pero ambos factores evolucionan a favor de los usuarios y de nuevo la capacidad de atender requisitos especiales compensa con creces otros aspectos menos ventajosos.

La crisis sanitaria global exige el máximo esfuerzo de gobiernos, empresas y ciudadanos. Esperemos que estos esfuerzos nos permitan ver el final del túnel lo antes posible y deseamos a todos nuestros lectores que gocen de salud, nuestro bien más preciado.

••• Sergio LORENZI

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